Somos dueños de lo que decimos y esclavos de lo que callamos.

QUERIDO NADIE:
Siguen las divagaciones sin llegar a ese espacio abismal dónde ya no cuelguen palabras que te sigan. No! no me lo has puesto nada fácil, te lo puedo asegurar. No voy a entrar en detalles porque al fin y al cabo cada uno sabe su verdad. Ya no es el momento de sacar a relucir los descosidos... Quizá, por no haberte devuelto los deshechos que escondiste en lo oscuro de las alcantarillas de este cuento, es por eso que a día de hoy tengo un sentimiento hacia a ti que no podría describir, tampoco quisiera describirlo, ni que decir de entrar en asperezas de ayer que aún, me arañan las tripas cada vez que reaparecen algunos argumentos que, se quiebran con tu voz y, siguen consumiéndome con inmortales interrogantes prendidos a la solapa de mi chaqueta. Pero... ¿es que no he esperado ya suficiente? ¿No merezco el punto y final que me he ganado? ¡¡Estoy cansada de armarme de paciencia...!! Me encerré en un círculo vicioso de mediocridad, queriéndote escupir todo lo que sigue dilapidándome por dentro. El momento de exigirme, recriminarme y de molestarte conmigo, se dio por concluido hace tiempo. Yo ya no te debo nada... si es que alguna vez estuve en deuda contigo. Deja de rascarme ya en los bolsillos del pasado, que al fin y al cabo el más beneficiado de todo lo material que nos envolvía... vas a ser tú, aunque yo, ya me doy por satisfecha y contenta. No pretendas que siga muda e inmóvil mientras tú tejes tu tela de araña para arrastrarme de nuevo y dejarme caer al vacío, recuerda que no solo soy una simple figurante calcada en un papel compartido, siento por ti, estar aquí para recordártelo. Atentamente...