
Al descansarme al vacío del dormir,
llora la madre sentida en sus venas
en espera litúrgica amontona melodías.
Desde un viejo dolor
alcanzo lo que descubre mi amor,
un ave al desquicio, pasajera,
dejando que sus hierbas suban
como sombra incierta
el placer profano, regalado a otros.
Prefiero mi desenredado linaje y mis permanencias,
pensando en que el obsequio vuelve cerca del señor vestido de ausencia.
La noche estira y observa la mortaja que cubre la luna
entonces, mi sangre se mancha escuchando tu latido, amor.
Y aunque mi voz, y mi alma se estremezcan,
Yo te diré: Tendrás, te lo aseguro,
mi vida ,mi amor.
Aunque tope con peñascos, rocas, filos,
con la daga inocente de mi pie,
buscaré el frescor de la hierba para los dos.
Tus ojos, entíbian mis noches,
elevándome a contemplar fatigas naufragadas
torturas de implacable senda sigilosa y dolida
dejando de ser siniestras.
Porque respiro para ti quebrando mi aliento-
descargando en intimas arterias unidas por la vida.
Te quiero Adrián, hijo mio.